¿Qué es El Perro Andalú?

La densa niebla de Caronte se dispersa con un nuevo carnaval, la palidez y la muerte dejan paso a una nueva obra más colorida, hiriente y sincera. El Perro Andalú.

La obra de Antonio Martínez Ares está llena de matices y referencias que no pueden dejarse pasar por alto, ni en el tipo, ni en la idea, ni en la puesta en escena y muchísimo menos en el contenido de su repertorio.

Pasamos a analizar, desde nuestra perspectiva, las intenciones y los detalles que esconde la comparsa El Perro Andalú.

¿Qué es el Perro Andalú?

El Perro Andalú es un arquetipo sobre la imagen que tienen de los andaluces en el resto de España. Andalucía como aquella feria permanente, de luz y sonrisas constantes, disfrazados todo el año como bufones para el resto, que son los que supuestamente levantan el país.

La imagen de la Andalucía vaga, floja, que siempre está de fiesta, la Andalucía cateta y analfabeta. El andaluz como perro, que siempre ladra y ladra, pero que nunca muerde.

El andaluz que calla y traga sus penas, penas a las que se aferra y a las que lleva consigo a hombros, como un Ecce Homo, la cruz de los andaluces.

El Tipo

El perro Andalú está lleno de matices, inspirados en autores y poetas andaluces o que fueron fuertemente influenciados por la generación del 27. Un disfraz muy arlequinado y bufónico, como las hombreras, sombrero o zapatos.

Muchos retazos barrocos, y surrealistas. Influencias de Buñuel, Dalí, Goya, Lorca

Una corona bufona. Encargados siempre de hacer reír o llorar al resto, los que se ríen de nuestro acento porque les parece ‘gracioso’, los que piensan que aquí solo trabajamos para ellos mientras nosotros estamos todo el día haciendo el tonto.

Un collar de perro, que representa al poema del Niño Yuntero de Miguel Hernández, niños presos de la tierra, en un vivir ceniciento, sin más futuro que el cementerio y amarrados a ese yugo que jala y aprieta sin dejarnos escapar.

Una pandereta, que representa el ‘Mañana Efímero’ de Antonio Machado, la Andalucía de pandereta que no despierta y permanece dormida.

Un gran manto, que cargan a modo de burla, como un Ecce Homo cautivo y preso, una representación de los males que carga diariamente el andaluz como un Cristo en una cruz, a hombros, una enorme carga que pesa y lastra.

Una rosa clavada, a modo de pasión o incluso a modo de traición, por parte de un gobierno andaluz en el que se confió.

Una máscara, parte de la ideología bufona, también puede representar a la careta, y a la visión de un pueblo que se proyecta hacia el exterior.

La puesta en escena

El forillo representa a las ocho provincias andaluzas, fundidas en una Barraca, —en clara alusión a Federico García Lorca— con sus símbolos e iconos más característicos: La feria de Sevilla, el Rocío de Huelva, la Mezquita de Córdoba, la Málaga cubista de Picasso, los leones de la Alhambra… Arriba, colgando luces de farolillos, en clara alegoría al concepto de siempre estar de fiesta.

Y en el centro, una gran boca, como un pasadizo del terror, que escenifica Despeñaperros, el fin de Andalucía.

El repertorio

El repertorio explica en todo momento las alegorías a las que hemos hecho mención, desde su presentación, pasodobles o estribillo, siendo el popurrí la parte más rica en detalles en los que podemos contemplar la verdadera intención de la obra.

El popurrí se separa en numerosas cuartetas, cada una hace referencia a características de perro unidas a los problemas andaluces.

Primera cuarteta – El perro bufón

Nos habla de que somos perros bufones, al servicio del resto, los que tenemos que poner la buena cara siempre al resto de España que piensan que esto es una verbena constante de risas, sol, procesiones y carnaval. Y nos deja una sentencia rotunda, pese a todos nuestros males, ‘nadie nos oye sufrir’.

Segunda Cuarteta – El perro flaco

A perro flaco, todo se le vuelven pulgas. Nos muestra a una sociedad histórica de Andalucía, en la que hemos sido ‘el morito perseguío’, las lágrimas del judío o las duquelas del gitano.

Una sociedad de militares, clero, señoritos y herederos repartiéndose la tierra que trabajaron los andaluces. Si tenían poco, todo se lo quitaban, la eterna condena.

Destacar también el símil que se le hace con las flores de los paisajes andaluces como la hierbaluisa, azucena, pensamiento o margaritas haciéndole rimas con muchos de los puñales que tenemos que seguir padeciendo: El rey con cuentas en Suiza, el paro, el hambre…otros tiempos, otras cadenas.

Tercera Cuarteta – La siesta del Perro

En esta cuarteta, el perro se echa una siesta, y sueña en ella un mundo diferente, mejor dicho, una Andalucía diferente, una Andalucía que fue y ya no es. Ahora somos los mentirosos, los vagos y los borrachos para el resto.

Cuarta cuarteta – El tren de los perros

La emigración, una de las heridas que más fuerte ha golpeado a Andalucía durante toda su historia, ya lo hicieron abuelos y padres y ahora tienen que hacerlo nuevamente los hijos ante la enorme tasa de paro.

Se lanza un grito rebelde, que el autor ya sabe consciente de que puede parecer una osadía, pero les pide que vuelvan y que luchen, que se enfrenten al gobierno con un no. Porque si todos los andaluces que tienen que mirar por su futuro se marchan…¿quién quedará aquí para defendernos?

Quinta cuarteta – Perro de raza

El perro andalú no es un perro cualquiera, es un perro de raza, y en él lleva lo mejor de cada provincia, las espinas de Cádiz, el alma sevillana, el Indalo, aceite y tierra de Jaén, terrao por el sol de Málaga, del reino de Granada, biznieto de hombres sabios de Córdoba la llana o hecho del cobre duro de Huelva.

Sexta cuarteta – Un hombre queda

La última cuarteta es un grito rebelde del perro andalú que se despoja de sus complejos, de sus etiquetas y de sus arquetipos.

Fuera de aquello tan solo queda un hombre, un hombre limpio de cruces que debe despeñar por un barranco todas esas etiquetas. El símil del barranco, no es al azar, aquel barranco es Despeñaperros, la frontera de Andalucía con el resto de España.

Se compara a Despeñaperros como la gran montaña, y que si como cual, no consigues apartarla del camino como si fuese un obstáculo, dejarás esa misma herencia a tus hijos, a tus próximas generaciones que seguirán siendo perros andaluces.

Conclusión

El Perro Andaluz es una de las obras más complejas y barrocas de Antonio Martínez Ares, una comparsa que ofrece una infinidad de matices que hacen necesarias varias revisiones para seguir encontrando mensajes ocultos y dobles sentidos.

Podríamos hablar de alta literatura, o sencillamente de obra de arte al alcance de muy pocos autores en el mundo del Carnaval de Cádiz.

El Perro Andaluz llega envenenado de coplas, con ganas de morder la mano del amo, de soltarse del yugo y las cadenas a las que ha permanecido atado durante siglos. No se conforma con ladrar, quiere acabar con el lastre para que Andalucía respire

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