Carmen Jiménez, el eco de la mujer comparsista

La mujer siempre ha sido empujada a permanecer en las sombras en el Carnaval de Cádiz, a tomar un papel, aunque imprescindible, alejado de los focos mediáticos que la gran fiesta otorga cada año.

Modistas, artesanas, costureras o maquilladoras componen un papel fundamental para la puesta en escena de una agrupación. No es hasta la muerte de Franco y con la llegada de la transición, cuando un grupo de mujeres decide abrir brecha, aquellas Molondritas supondrían un espejo en el que mirarse para las mujeres del presente y del futuro.

Hoy queremos centrarnos en una de las mujeres referentes en el mundo de la comparsa desde la década del nuevo siglo, hoy queremos hablar de Carmen Jiménez Barea, una de esas voces que inició una revolución silenciosa en el alma de todas y cada una de las mujeres carnavaleras.

La revolución silenciosa

comparsa la reina

Y es que Carmen, inició, como otras muchas mujeres su andadura en el Carnaval de Cádiz desde la modalidad de adultos, ya que a pesar de encontrar notables referentes de mujeres, como los coros de Adela del Moral, la cantera aún sufría un enorme vacío de la figura femenina.

Carmen se unió a la comparsa de Juan Fernández, posiblemente uno de los pioneros en apostar por jóvenes talentos femeninos desde la cantera, con su primer premio con la comparsa juvenil ‘Cabaret’.

Es en el año 2007, cuando Juan Fernández se une a Luis Ripoll, en la comparsa ‘La Reina’, y donde Carmen se une a grandes talentos emergentes como Tamara Beardo o Sabina Sánchez entre otras. La comparsa cae en gracia y alcanza la fase de semifinales, bordando un buen repertorio.

Es a partir del año siguiente, en 2008, cuando Luis Ripoll queda en solitario en la autoría de letra y música y Carmen Jiménez pasa a la dirección de la comparsa ‘La Tarantella’. Un liderazgo que ya no abandonaría el resto de su trayectoria. Carmen sería la voz del autor en el ensayo, el brazo ejecutor de la música y el temple, el metrónomo que toda agrupación necesita.

Tras varios años junto a Luis Ripoll, entra un nuevo autor que sería un nuevo revulsivo para un grupo que buscaba encontrar su hueco en el concurso. Junto a Fali Pastrana, llegaron años de éxitos personales, de la creación de una familia a modo de comparsa y a la consolidación de un grupo que abría brecha.

La voz de la mujer se oía más fuerte que nunca en la comparsa gracias a las comparsas escritas por Pastrana y dirigidas por Carmen, el altavoz enorme y gigantesco que necesitaba la mujer para dar ese salto en el trampolín titubeante del concurso. El Falla pedía a gritos la representación masiva de la mujer sobre las tablas, y la comparsa de Carmen era el foco del momento en el momento exacto.

Y es que aquellas comparsas eran la voz que volvían a rasgar el alma de todas aquellas carnavaleras que permanecían en las trincheras, por miedo, por vergüenza, o porque simplemente nunca tuvieron un espejo tan inspirador en el que mirarse.

Carmen Jimenez abanderaba una revolución silenciosa, era el estandarte de un batallón de mujeres que querían cantar y vivir aquellos maravillosos momentos en los que se desafía, en una mezcla de heroísmo y locura a todo un coliseo con la voz más dulce, con la voz más sincera de todas.

Fueron 6 años en los que Carmen viviría todo tipo de experiencias, desde grandísimas ovaciones en el teatro hasta los cajonazos en fase de preliminares. Pero aquello no amedrantó a una directora que siguió peleando con los suyos hasta el último aliento, que se mantuvo fiel a sus ideas y que supo valorar el incalculable valor de la amistad que el Carnaval de Cádiz le había dado junto a las suyas y los suyos.

Tras su marcha de la comparsa de Pastrana, Carmen se toma un año de descanso, que vuelve a retomar al siguiente, en 2018 junto a Juanma Romero Bey, uno de esos genios locos e incomprendidos que tiene el Carnaval de Cádiz.

En aquella aventura, con ‘La Cara Oculta de la Luna’, Carmen vuelve a tirar de amigas como María Otero, Carolina García, Ana Zapata, Carmen Jiménez o Patri Solari.

La comparsa vuelve a caer de pie, demostrando que el buen hacer en la sala de máquinas de Carmen no es fruto de la casualidad.

El siguiente año se lo tiene que tomar nuevamente de descanso, y es que el pequeño Marco venía de camino, por lo que Carmen tiene que dejar por un año su pasión, para dedicarse a otra que llegaría en camino, la maternidad de su hijo. Al año siguiente sería el coro de Luis Rivero quien le abriría las puertas, donde permanece hasta hoy.

Carmen Jiménez, un estandarte casual

collage carmen jimenez

Lo más bello de esta historia, es que nuestra protagonista jamás tuvo intención de ser un espejo donde mirarse, ni se ha sentido nunca un ídolo de masas. Carmen fue transparente desde el primer hasta el último minuto que se subió a las tablas y a cualquier escenario, una mujer sencilla, pero con las ideas bien claras, una luchadora más en un movimiento que necesita hacerse más gigante por cada año que pase.

Y aunque la mujer haya llegado en un florecimiento tardío al Carnaval de Cádiz, una nueva etapa se abre como la flor más hermosa sobre el jardín de nuestra fiesta. El camino aún es arduo, pero aún necesitamos muchas más cármenes, muchas más Adelas del Moral, muchas más Milián Oneto, Sabina, Tamara Beardo, Palmi Santander, Débora Sánchez… muchas más mujeres que se lancen a la calle como las hermanas Segovia, como Susana Ginesta…más autores valientes como Pastrana, Ripoll o Juan Fernández como ya hacen desde Alcalá de Guadaira y muchísimos puntos de España.

Y aún nos falta lo más importante de todo, Se necesitan más agrupaciones compuestas por mujeres, desde las voces hasta la caja y el bombo o guitarras, pero sobretodo, se necesita el corazón, el verso y la pluma de la mujer sobre las tablas del Falla.

Carmen Jiménez no ha sido una más, ha sido la inspiración, el espejo donde tantas niñas que hoy son mujeres se miren y se reflejen con su disfraz sobre cualquier escenario de cualquier rincón del mundo, el espejo donde un mundo mejor es posible, de la mano de ellas, codo a codo y abrazando a la esperanza, aquella que nos dice, que la mujer cantará junto al hombre los versos más bonitos, aquellos que están aún por escribirse.

Los que harán sentir orgullosos a tantos hombres y mujeres que ya no están, y contemplen desde el cielo, que la lucha por un carnaval más puro y justo mereció la pena.

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