El Carnaval de Cádiz en los años 90

Una nueva década daba comienzo en el Carnaval de Cádiz. Dejados atrás los años 80, una era de luces y sombras para las diferentes modalidades comenzaba a tomar forma.

En cuanto a lo institucional del concurso, es la época más estable en cuanto a normativas. Se mantiene el sistema de 4 agrupaciones por modalidad en la Gran Final, y a diferencia de ahora, la fase de semifinales constaba de 2 vueltas.

Es decir, cualquiera que lograse pasar de la fase preliminar se garantizaba volver a cantar dos veces más en el Gran Teatro Falla. Un arma de doble filo, ya que había grupos que no contaban con el pase y llegaban cortos de repertorio al siguiente, pues imagínense tener que dar otro más.

El Falla, tras su remodelación lucía una de sus mejores galas, mientras en las tablas, los cambios generacionales se iban sucediendo. Decíamos adiós a genios como Paco Alba, veríamos como Enrique Villegas o Juan Rivero perdían fuelle con respecto a la década anterior, pero a su vez, viviríamos el esplendor de grandes poetas como Martínez Ares, o la llegada de Juan Carlos Aragón o Tino Tovar entre otros.

Por su parte, Canal Sur decidió apostar fuerte por el Carnaval de Cádiz, y su repercusión comenzó a ser muchísimo mayor para toda Andalucía con programas como ‘El ritmo del Tangai’ o la retransmisión íntegra de las Grandes Finales en el Gran Teatro Falla, de la mano de Joaquín Durán, Pedreño, Manolo Casal o Modesto Barragán.

La época dorada de Martínez Ares

Comparsa La Ventolera

Los años 90 son sin duda la época dorada de aquel niño del barrio Santamaría que comenzaba a despuntar con sus tipos fuera de época y sus letras comprometidas.

‘Calabaza’ fue el despegue, el golpe sobre la mesa, a la que siguieron auténticos pelotazos como ‘Los Miserables’con su polémico pasodoble al Papa—; La Ventolera o el que ha sido catalogada ‘la mejor comparsa de la historia del Carnaval de Cádiz’ según una encuesta a 123 letristas, por el Diario de Cádiz, Los Piratas.

Antonio Martínez Ares hizo estremecer al Gran Teatro Falla con sus coplas, y mantuvo un duelo titánico con Antonio Martín. ‘Lobo’, ‘Carnecita de gallina’, ‘Ha dicho el santo padre’, ‘Recuerdo que era mayo’ o ‘Con permiso buenas tardes’ forman parte ya de la sintonía de la vida de muchos carnavaleros. Antonio consiguió volver a enganchar a la juventud al mundo de la comparsa.

Antonio Martín seguía en plena forma

Por su parte, Antonio Martín siguió demostrando que su década más gloriosa aún no había terminado, y en los 90 consigue alzarse hasta con 3 primeros premios: ‘La mar de Coplas’, ‘Encajebolillos’ y ‘Los Buscavidas’, poniendo la guinda con esta última siendo el pregonero del Carnaval de Cádiz en 1997.

Joaquín Quiñones conseguía alternar buenos años de manera intermitente, pero siempre trayendo una línea de buena calidad: ‘Suspiros de Cai’ o Charrúas se harían con el máximo galardón en los años 1992 y 1995. Sumándole participaciones en la gran final en la mayoría de los años.

Luis Ripoll conseguiría rozar la gloria con su comparsa ‘El Bache’, mientras que Pedro Romero hizo sudar muchísimo a los chicos de Martínez Ares en 1994 con su comparsa ‘Güenagente’ y su segundo premio.

Tino Tovar y Jesús Bienvenido, un tándem emergente

Desde la cantera, llegaban unos chicos jóvenes que cantaban muy afinado, con un regusto entre lo añejo y lo vanguardista. Era Tino Tovar, con la dirección de Jesús Bienvenido. ‘La Botica’ logró entrar en la final para la sorpresa de muchos, ‘El Cielo de Cádiz’ confirmó que aquello no era flor de un día, algo que ‘Los del año Catapum’ terminarían de contrastar, nada más entrado el siglo XX.

Gratas sorpresas también llegarían desde El Puerto de Santa María. Los gitanos y su ‘Parra Bomba’ se harían con el primer premio en 1999. El Chupa se marcharía tras El Brujo junto a Prada Durán y tendría un papel estelar en ‘El Viejo Refranero’.

La jerarquía de Julio Pardo

En la modalidad de coros es indudable mencionar a Julio Pardo como uno de los grandes protagonistas de la época. Consiguió 5 primeros premios en 10 años, 4 de ellos consecutivos: ‘La tienda la cabra’, ‘El coro’, ‘El pregón’ y ‘Buque escuela’. De hecho, durante esta década y la siguiente, el coro de Pardo jamás faltó a una cita con la Gran Final.

El coro de Los Niños, como popularmente se le conoce al de Nandi Migueles daba un pelotazo con ‘Titilimundi’, para proseguir durante tres años seguidos a la estela de Julio Pardo alcanzando tres segundos consecutivos.

El coro de La Viña seguía dispuesto a dar guerra, y conseguía dos primeros premios en esa década, con ‘Batmonos que nos vamos’ y ‘El habla de Cádiz’ en 1990 y 1997 respectivamente.

Los coros mixtos de Adela del Moral y Luis Frade seguían enamorando, mientras que a finales de década, comenzaría a sonar un nombre que retumbaría bien fuerte hasta hoy día: Fali Pastrana, que junto a Quico Zamora, comenzaban a ser grandes aspirantes. ‘Los últimos de Filipinas’ (2º premio) sería el aviso, y ‘La cuesta de jabonería’ la consolidación, con su primer premio.

La chirigota vive un éxtasis de ingenio y humor

Podcast Agrupaciones míticas Los Borrachos

Para la chirigota, la época de los 90 es una época de bonanza. La aparición de chirigoteros como Selu, Yuyu, Sheriff, Juan Carlos Aragón o Los Carapapas dieron una bocanada de aire fresco a la modalidad.

Selu García Cossío y Yuyu se desmarcaron pronto del resto, su enorme pelotazo conjunto con Los Borrachos marcarían una época. Al año siguiente cada uno tomaría rumbos dispares, pero volverían a encontrarse a menudo en las grandes finales en busca de premios.

Selu traería auténticas joyas, como ‘Los Ricos’, ‘Los Lacios’, ‘Las Marujas’ o ‘Los Titis de Cai’, metiéndose como nadie en el personaje. Por su parte, Yuyu, tiraba de ese humor absurdo que tanto le caracteriza, y sorprendía con agrupaciones como ‘Los Bordes del Área’, ‘Los últimos en enterarse’, ‘Los Palomos’ o ‘Los Arapahoe que joe’.

La chirigota del Love tendría mucho que decir, viviendo su gran década. Una chirigota con clase fue su mayor éxito, aunque ‘Los Juancojones’ y ‘Los Pofesionales’, por ese orden, también tuvieron mucho que decir, sobre todo el segundo, con su famoso cuplé ‘En donde yo mejor me lo pasé’.

Ante semejantes bestias pardas en la modalidad, era muy difícil abrir hueco incluso para entrar en la Gran Final. El Sheriff daría el gran pelotazo con ‘Los Aleluyas’, mientras que la estirpe clásica de Cárdenas, Peñalver y Noly, alcanzaban el triunfo en 1994 con ‘Las Viudas’. Por su parte, Manolo Santander dejaría un pasodoble para la posteridad al Cádiz CF con ‘La familia Pepperoni’.

Aparecen Juan Carlos Aragón y Los Carapapas

Asomaban por entonces dos chirigoteros, de diferentes estilos. Juan Carlos Aragón mantenía un corte más vanguardista y canalla, con chirigotas desenfadadas que hacían reír muchísimo. ‘Los Tintos’, ‘Los Guiris’, ‘Kadi City’, ‘Las Ruinas Romanas’ o su gran pelotazo y consolidación, ‘Los Yesterday’, chirigota con la que comenzarían a llegarle los primeros cantos de sirena hacia la comparsa.

Por otro lado, los hermanos Márquez Mateo (Carapapas) empezaban a caja y bombo, sin guitarra, como las chirigotas clásicas. ‘Blancanieves y Los 7 enanitos’ fue el despegue definitivo hacia el gran foco, del que ya jamás se bajarían.

La crisis del cuarteto

Mientras el resto de modalidades estaba en auge, el cuarteto pasaba por una profunda crisis. El último gran pelotazo lo darían ‘El peña’ y ‘El masa’ con ‘Tres notas musicales’, allá por 1991.

Fueron épocas oscuras, hasta en tres años se dio el primer premio por desierto, y a la Gran Final llegaban a lo sumo 1 o 2 cuartetos. Rota dio sus últimos coletazos con un gran ‘Windous 95’, o el Libi y sus magníficos cuartetos,  pero aún así, savia nueva estaría por llegar.

Ángel Gago y Bocu con aquellos micromachines, un joven Vera Luque que empezaba a escribir a finales de década y a acaparar los premios junto a Selu Piulestán o El Bati, mientras que el Gómez nos dejaba un exquisito ‘Ser o no ser’.

La cosa parecía que iba a mejor a final de década, pero tampoco para tirar cohetes.

Luces y sombras

Como dijimos al principio, los años 90 vivieron el esplendor y consagración de autores como Selu García Cossío, Antonio Martínez Ares o Julio Pardo, el relevo progresivo de mitos como Enrique Villegas o Pedro Romero y la llegada de savia nueva, en una prolífera cantera que también vivía su máximo esplendor, algo que se reflejaría en las siguientes décadas.

Por su parte, las sombras del cuarteto y su crisis particular hacían replantear el futuro de este. ¿Sería su fin? Por suerte, no, pero aquellos años fueron muy duros.

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