El legado Santander

El COAC 2020 no hizo más que arrancar y ya consiguió arrancarnos las primeras lágrimas.

A finales de verano, la chirigota quedaba huérfana con la pérdida de Manolo Santander Cahué, uno de los iconos y máximos referentes de la modalidad, que volvía a encontrarse en una gran plenitud creativa, dejándonos para la posteridad, con su lapa negra, posiblemente uno de los pasodobles más bonitos que haya escrito a lo largo de su vida.

Tocaba afrontar su ausencia, y le tocó a Palmi Santander, la más pequeña de la familia hacer frente a ello a modo de copla, a modo de comparsa.

La comparsa de Borja Romero, ‘Sólo sé que no sé nada‘ volvió, y nos enseñó que el salitre de aquella orilla de la caleta recorre de los pies a la cabeza a estas niñas que volvieron a demostrar que ese soniquete lo tienen pocas, muy pocas agrupaciones en Cádiz.

Palmi continuó el legado Santander en el COAC 2020

Palmi Santander Codigo Carnaval

¿Y cómo no llevar el soniquete, cuando tienes el legado del compás de Cádiz hirviendo por las venas en cada verso? ¿Cómo no va sonar esto a Cádiz, si una Santander se alza al frente de esta comparsa?

Es posible, que la comparsa de Borja Romero haya realizado uno de sus mejores pases desde que se estrenara en adultos con ‘Las Enamoraítas’, y lo haya hecho, porque a parte de tener capitanas como Débora Fiusa, al timón del pellizco en la octavilla, Manolo Santander estuvo más presente que nunca entre aquellos hombres y mujeres.

El cariño del recuerdo hizo que el grupo empujara como nunca, que Palmi le devolviera aquel pasodoble de ‘Los de la Roca‘ que Manolo le hizo en 2007 mientras ella, se sentaba en el Gallinero oyendo embobada las coplas de su padre.

Esta vez le tocó a ella devolverle tanto cariño, como padre, como el mejor amigo que una hija puede tener, como el confidente más certero.

Esta vez le tocó a ella defender lo que a su hermano Manolín le tocó tantísimas veces, dejar el legado Santander a la altura de leyenda sobre las letras de oro del Carnaval de Cádiz.

En la orillita del cielo de La Caleta, seguro que sonríen con orgullo de aquella niña que se sentaba en gallinero.

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