Una época bisagra en el Carnaval de Cádiz

En una de esas fantásticas retransmisiones locales del concurso por Onda Cádiz, escuché decirle a Enrique Miranda que andábamos en una época bisagra en el Carnaval de Cádiz. Se me quedó aquello grabado en la mente y días después empecé a darle forma a esa reflexión.

Cada uno de nosotros/as habrá nacido en un contexto diferente en la fiesta, donde el ascenso, olimpo y ‘decadencia’ de autores y componentes se ha vuelto tan palpable como la vida misma. Es el paso inexorable del tiempo que empuja al retiro a quien estuvo arriba y aúpa al novel hacia un posible estrellato. ‘A rey muerto, rey puesto’ que dirían en la época.

Para los que nacieron en la época de los 80, como es mi caso, vivimos el auge de una generación de autores y componentes que marcarían una época posteriormente. Emergió como un auténtico ciclón la figura de muchísimos autores y componentes que se convirtieron en pilares capitales de nuestra existencia. La banda sonora de nuestras vidas.

Un pasado escrito a letras de fuego

Comparsa La Ventolera

En aquella época, vimos como auténticos mitos vivientes de la fiesta colmaban aquel olimpo donde todos los aficionados soñaban con verse reflejados. Autores de la talla de Antonio Martín, el Yuyu,, Fali Pastrana, Quico Zamora, Joaquín Quiñones, Adela del Moral, Luis Frade o Carapalo ya han dejado de escribir.

Grupos como la comparsa de Los Majaras, la Chirigota del Love, el coro de La Viña, la chirigota del Petra, el cuarteto de Rota, los gitanos del Puerto o la comparsa de los hermanos Alcántara se han disuelto.

Otros, como Juan Carlos Aragón, Manolo Santander, Pedro Romero o Julio Pardo nos dejaron, mientras sigue resistiendo gente como Bustelo, el Sheriff, Martínez Ares, Ripoll, Selu, Nandi Migueles, David Carapapa, el Lacio, Antonio Rivas o la chirigota de Juanlu Cascana entre otros…

Y otros, tienen otros proyectos como Morera y Meni, o Jesús Bienvenido que aunque escribe cantera desde hace un par de años, no tenemos una agrupación suya adulta desde 2017.

Cuando una puerta se cierra…otra se abre

comparsa cadiz de mi alma

Y ante este pasado glorioso, llega la hora de mirar hacia delante. Aquellas finales de los 90 y principios de siglo no volverán a darse por muchísimos motivos. Ahora nos toca mirar hacia el futuro y ver como evoluciona nuestra fiesta.

Solamente toca escarbar un poquito en los bonitos rescoldos que nos dejan las brasas calientes de la juventud en las sesiones de cantera para darse cuenta que todo es cíclico. Quizás no volveremos nunca a disfrutar del veneno mágico de Juan Carlos Aragón, ni veremos a nadie que le iguale, como ocurre en el flamenco con Camarón de la Isla, pero estamos sin duda en esa época bisagra.

Una época de transición, donde el olimpo se ve aún difuminado, pero que si sabemos esperar vendrá con una bonanza muy próspera. La mujer se ha incorporado codo a codo junto a los hombres tanto en la composición de letras como de grupos. E incluso, en esa bonita mezcla entre hombres y mujeres más allá de la instrumentación, sino como parte activa en voces capitales del repertorio.

Me enorgullece ver como el talento sigue ahí. Puro e innato en las voces de hombres y mujeres de mi tierra. Que quizás perdimos el norte durante un tiempo y otros aún anden divagando sobre que son o qué quieren ser… pero la esencia sigue viva. Aquello que no se palpa, ese duende, ese halo mágico sigue intacto cuando esas gargantas calientes rompen por y para Cádiz.

El próximo olimpo será de ellos. De su generación. Una que nos hará vibrar como ya hicieron los que ya no están. Estoy seguro de ello. Ahora, simplemente déjenles crecer, equivocarse y vivir su momento con sus luces y con sus sombras. Déjenles crear libres sin ataduras, pidiéndoles únicamente que no pierdan la esencia y la raíz de vista.

Que sepan beber y caerse en esa marmita bendita del talento innato que tiene esta tierra.

Disfruten de lo que viene.

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